jueves, 8 de diciembre de 2011

Capítulo 4: Parte 1. Tiempo y gente, no todo es bueno y no todo es malo, espera al tiempo, que el tiempo decidirá por ti.

-¿Tu novia?
-¿Tu novia?-Dijeron María y Estela a la vez.
-Sí. Si...
-¡No! Estabas conmigo. Ella no es nada.
-Eres tú la que no eres nada, vete a tirarte a otro chico porque este es mío.
-Zorra.
-Calienta pollas.
-Puta.
-Putón.
-Guarra.
-Poligonera, espera, ¿diga? Sí, María, está aquí, y a ser posible llamenla a ella porque yo era una gran admiradora suya porque ha conseguido hacer una orgía pero acabo de descubrir algo que me ha decepcionado, practica sexo anal también. Adiós. Sí María, era para ti, tu padre, que quería tus servicios.
-Eso ha sido la gota que ha colmado el vaso.
-No, eso no, esto te reventará.
Estela miró a Eloy, le cogió de la cazadora, sonrió a María y le besó, era su primer beso de verdad por lo que se dejó llevar, la pareció perfecto.
Le dejó de besar, la sonrió y la guiñó un ojo. Son previo aviso María se lanzó a por Estela.
Si Estela ya tenía la adrenalina por las nubes ahora más que nunca en toda su vida.
María le cogió por los pelos y viceversa, además Estela la dio una patada, Eloy las intentó separar y en ese momento Estela se puso a toser mucho, una tos muy seca, y entre tos y tos estornudo, estornudo como siete veces.
-Vaya, la niña se ha resfriado, y se ha cansado por una patada y poco más, creo que tienes que llevar a tu pequeña-esa palabra la dijo con rintintín-a casa, Eloy.-Dijo María.
Estela se lanzó a por ella y literalmente la cruzó la cara, estaba muy roja, incluso demasiado, la dio tres tortas seguidas y Eloy la paró la mano la cogió la cara entre las manos y  la miró a los ojos:
-No me he enamorado de una chica que hace este tipo de cosas.
-Pues que la... María, deje de picarse y pegarse conmigo. No puedo con ella.
-Lo sé.
La abrazaba mientras Estela y María se mataban a miradas.
-Arcada en proceso.
"Lo mismo digo." Pensó Estela.
-Adiós.
María pasó por su lado justo cuando Estela se soltaba de Eloy para vomitar.
-¿Pero que coño...? ¿De qué vas?
Estela en lo más hondo de su ser se estaba riendo a carcajadas, pero mientras tanto vomitaba hasta la última papilla.
-No la culpes, lleva unos días mala, creo que debe de tener un virus o algo.
-Que se quede en su casa. Adiós.
-Adiós.
Eloy llevó a casa a Estela mientras ella la daba indicaciones por segunda vez de donde vivía.
Ese día, no había nadie en su casa porque su madre estaba trabajando, trabajaba en un hospital, y nunca trabajaría un viernes por la noche, pero había cambiado a un compañero un turno y la única manera de hacerlo era trabajar esa noche, y Estela lo sabía, por eso le pareció perfecto estar enferma ese día.
Le dijo a Eloy que estaba bien, él la dio un beso en la mejilla y se fue a casa.
En casa, Estela estaba muy mareada, la dolía la cabeza y la tripa la daba retortijones.
"¿Por qué no me habré ido con mis amigas? Ah ya, Eloy." Pensaba una y otra vez mientras se ponía el pijama dispuesta a acostarse.
Echó la camiseta y la sudadera a lavar junto con los calcetines y el sujetador. Llevaba los pantalones en la mano, de camino al porche trasero (vivía en un chalet) para colgarles en el tendedero para olearles cuando le entró un dolor tremendo, eran retortijones y pinchazos, como cuando te dan cuando tienes la regla, pero peores. Se puso de rodillas en el suelo sujetándose la tripa. Después de lo que pareció un minutos eterno de dolores en la tripa se levantó para ir a tender los pantalones, cuando había abierto el cristal la entró un mareó y se cayó literamente al suelo.
Hacía escasos minutos que había dejado a Eloy y a su ex novia y todavía podía sentir la adrenalina por las venas.
Se acordó de la escena del parque y la adrenalina la subió más aun a la vez que al mareo se la unía el dolor de tripa, allí en el jardín, estaba lo de colgar la ropa, los vaqueros de esa tarde, las botas de ese día y sus botas favoritas que se puso el día anterior junto con unos legguins suyos y una falda de su madre.
El dolor de la tripa pasó a ser un dolor como si la estuvieran desgarrando por dentro, los dedos la dolían como si la arrancaran las uñas, la cabeza parecía que la iba a estallar y las piernas la dolían como si se hubiera roto algo, al igual que los brazos.
Después de media hora de dolor, el dolor aumentó. Las uñas parecían uñas de animal, no de persona, ya ni si quiera podía agarrarse la tripa de todo lo que la dolían los brazos, los calcetines que llevaba estaban echo trizas. Las manos tenían mucho más vello de lo habitual, y su cuerpo era más ancho.
Cuando llevaba una hora y poco de sufrimiento, era casi irreconocible, la espalda la había cambiado, ya no podía hablar, no por estar fónica por haber chillado durante una hora y poco como si la estuvieran matando, porque tenía esa sensación, sino porque parecía gemir y toser para quejarse, ya no tenía manos, eran garras, sus brazos eran todo hueso, piel y pelo, y sus piernas igual, su cuerpo estaba del mismo modo, solo que la espalda y el pecho además de la tipa llenas de vello. Media hora más tarde, se todo la cara, y descubrió a su asombro que no era su cara, era mucho vello con orejas puntiagudas, no había podido mover la cara porque le había cambiado la cara, ahora tenía un hocico con unos colmillos más grande que su antiguo dedo índice.
Habían sido dos duras horas de sufrimiento, donde incluso había desarrollado un rabo, había destrozado todas las prendas que tenía a su paso para intentar contrarrestar su dolor, botas, ropa, metal, incluso una ventana.

Eran las doce de la noche de una noche de luna nueva. Estela no era, Estela, había dejado de sufrir, ya no tenía conciencia, no era dueña de sí misma. Ahora Estela era un loba.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Capitulo 3: Parte 2. Todo lo que pueda ser malinterpretado será malinterpretado siempre.

Julia se quedó blanca. ¿¡QUE?! Mario estaba por ella. No se lo podía creer...era...era su sueño desde hacia demasiado tiempo y ahora...ahora no la hacia tanta ilusión como esperaba.
-Eh...eh...mm...¡¿QUÉ?!-tartamudeó Julia.
-Sí, me gustas...-volvió a decir Mario.
Julia no sabía que decir. Jamás había creído que se encontraría con una situación así. 
-Tú...emm...tú...-¿es que era tan dificil admitir lo obvio?
-Me lo suponía...no te gusto.-dijo Mario.
Jula estaba en estado de shock. Sí, sí, le gustaba, llevaba enamorada de él en secreto(solo lo sabía Mónica) más de dos años...Solo podía hacer una cosa. Le miró, le agarró del cuello de la chaqueta y le atrajo hacia ellas. Al principio fue un simple contacto, pero entonces se miraron y Julia decidió que no era suficiente. Enredó sus dedos entre el pelo de Mario y él la puso una mano en la espalda y la otra en la nuca. Al principio los movimientos fueron torpes y no hubo lengua de por medio, pero pasaban los segundos y se notaba que cada uno iba necesitando más el contacto del otro, empezo el suave juego entre sus lengua, deslizandolas por todos los huecos de sus bocas. Entonces Julia oyó la sonora risa de Mónica y se separó de él algo acalorada.
Ambos sonrieron. Se levantaron y fueron hacia donde estaban Mónica, Víctor y Rebeca con sus manos entrelazadas..Todos estaban con los ojos abiertos como platos.
-Si quereis os pago un hotel.-dijo Mónica entre carcajadas.
-Enorabuena-dijo Rebeca.
Julia tenía esa típica sonrisa tonta que no se te quita de la cara después de tu maravilloso y primer lio.
Víctor parecía una estatua en estado de shock.
-Deberiamos irnos.-dijo Victor al fin.
-Cierto.-dijo Julia mirando la hora.
Dado que Víctor y ella vivían cerca siempre se iban juntos.
Mario y Julia compartieron una apresurado beso, se despidieron y luego se despidieron de os demás.
-Asi que ¿estais juntos?-dijo Victor cuando estaban bastante alejados.
-No lo se, de momento nos hemos liado, pero me ha confesado que le gusto y ya sabes que a mi también me gusta.-dijo Julia feliz.
-Oh.
-¿Que pasa?¿No te alegras por mi?
-Sí...me parece genial...
-Pero...
-Bueno, ya sabes que sus relaciones con las chicas no duran mucho, y siempre suelen ser ellas las que salen malparadas.
Ya habían llegado a casa de Julia.
-Ya pues...¿sabes que?Que supongo que me da igual, supongo que tengo derecho a equivocarme como todo el mundo y dicen que de los errores se aprende.-estaba realmente enfadada porque Víctor le saltara eso en vez de alegrarse por ella.
Ella entró en su casa apresuradamente sin despedirse de él. Víctor se fue preocupado por ella casa, o quizás porque aunque quería alegrarse de que estaban juntos el no podía evitar sentir una pizca de celos.

El fin de semana había acabado y volvían a las rutinas de las clases. Julia no habló a Víctor en todo la semana, y a pesar de que él quería arreglarlo con todas sus fuerzas su orgullo no le permitía dar el primer paso, ni formular una disculpa. Mónica no paraba de acribillar a Julia cada vez que se veía con Mario. Y Mario ella...bueno...Mario y ella ya estaban saliendo y procuraban estar juntos cada minuto del día.
Llegó el Jueves y entonces Víctor decidió que era el momento idóneo para hablar con Julia y disculpare o aclarar las cosas.
-¿Podemos hablar?-la preguntó al salir de clase.
-Claro-dijo fingiendo estar enfadada.
En realidad ella también se moría de ganas por hacer las paces pero su orgullo tampoco se lo permitía.
-Siento haberte dicho eso el Sábado.-digo Victor después de un rato andando en silencio.
-¿Por qué lo hicistes?-ahora si que estaba molesta.
-No lo sé y lo siento. Se que tendría que haberte dicho algo como...Me alegro mucho, o, Haceis muy buena pareja enorabuena. Pero no pude.
-¿Por qué?
-Porque estoy preocupado por ti.
-Pues lo siento, pero me gusta mucho, y ahora mismo no me importa como acabe solo quiero aprovechar está felicidad y...equivocarme cuando sea el momento.
-Lo sé, lo siento de verdad. Y...me alegro de que esteis juntos, se te ve muy feliz.
Julia sonrió.
-Gracias.
Ya habían llegado a casa de Julia.
-Quedas más que perdonado.-dijo Julia.
Sonrieron. Se fueron a dar dos besos pero la cosa salió mal y terminaron dándose un pico. Ambos se apartaron rapidamente.Julia se despidió sin apenas mirarle y entró en casa con el corazón casi saliéndosele del pecho. Se fue a su habitación sin comer dandole a la criada la escusa de que la dolía la tripa y no se encontraba bien. Se tumbó en su cama. Se pasó las yemas de sus dedos índice y corazón por sus labios, y sin quererlo una sonrisa se le formo en el rostro. No, no podía ser. Ella no podía sentir eso hacia...Victor. Quería a Mario, amaba a Mario, o eso creía hace cinco minutos.
De una cosa estaba segura, de que ahora mismo su cabeza estaba echa un lio.